Luigi Domenico

¿Qué atrae a las mujeres? Si quieres saberlo, no le preguntes a ellas (Historia REAL)


Es de sentido común. Si lo que quieres es saber qué es lo que atrae a las mujeres, lo mejor será preguntárselo a ellas directamente, ¿no te parece?

ERROR.

Nunca tengas en cuenta lo que las mujeres dicen sobre qué es lo que les atrae en un hombre.

Y si nunca les has preguntado, te recomiendo que te registres en Meetic y que leas algunos perfiles de mujeres al azar. Busca el apartado en el que ellas cuentan cómo es el tipo de hombre que les gustaría conocer y verás que casi todas repiten básicamente el mismo discurso.

Casi todas dicen que lo que están buscando es un hombre sincero, atento, romántico, sensible, detallista, fiel, que las haga reír, que le guste viajar, etc.

Pues, ¿sabes qué?

Todo eso es FALSO.

Y no me entiendas mal, no estoy diciendo que las mujeres quieran mentirnos. Lo que ocurre es que la atracción es un proceso emocional e inconsciente, por lo que, a no ser que ella haya estudiado un poco sobre psicología de la atracción, lo más seguro es que su idea sobre qué es lo que le atrae en un hombre no se ajuste en absoluto con la realidad.

Entonces, si tú le preguntas a una mujer qué es lo que le atrae en un hombre, lo que ella te responderá es lo que piensa que le atrae. No lo que le atrae realmente. Porque eso, ni siquiera lo sospecha.

¿Tiene sentido?

Mejor vamos a verlo con un ejemplo.


Una historia REAL con la que lo entenderás todo a la perfección

Esta es una historia real, pero vamos a imaginarnos que el protagonista eres tú.

Imagínate que le preguntas a Sara, una compañera de trabajo de la que llevas un tiempo enamorado en secreto, cómo sería su hombre ideal. Ella te responde que su hombre perfecto sería un hombre sincero, atento, romántico, sensible, detallista, fiel, que le hiciera reír, que le gustara viajar, etc.

Entonces, como sabes que Sara nunca te mentiría, tú asumes que todo lo que te ha dicho es cierto y a partir de ese mismo momento empiezas a comportarte como ese supuesto «hombre perfecto» que te ha descrito y que tanto desea encontrar.

Todos los días llamas a Sara para preguntarle cómo está. Intentas pasar más tiempo con ella. Siempre estás disponible si ella necesita cualquier cosa porque lo único que deseas es complacerla. La sorprendes con regalos y cenas inesperadas que le encantan. Parece que cada vez estás más cerca de que sea tu novia.


Y así sigues durante bastante tiempo, hasta que llega un día en el que decides que ya no puedes esperar más. Ya le has demostrado de sobra que eres su hombre perfecto y vas a declararte.

Reservas una mesa en el mejor restaurante de la ciudad, porque como hombre detallista que eres quieres que sea la noche más perfecta y romántica de vuestras vidas. Y aunque te va a costar un riñón, a ti te da igual porque sabes que es lo que ella siempre ha deseado.


Ha llegado el momento. Te vas a declarar…

Tenéis una cena maravillosa a la luz de las velas, os reís mucho, lo pasáis muy bien y, al final, cuando ya estáis brindando con una botella de champagne del bueno, por fin te lanzas:

— Sara, estoy enamorado de ti desde el momento en el que nos conocimos y me gustaría que saliéramos juntos…

Así de directo.

Has sido todo lo que ella dijo que buscaba en un hombre y, aunque estás un poco nervioso por la situación, en tu interior tienes casi la certeza de que su reacción será muy positiva y que esa misma noche iniciaréis vuestra relación.

Sin embargo, ella responde…

— Lo siento, te tengo muchísimo cariño… pero solo te veo como un amigo. Además, no me gustaría que estropeáramos esta amistad tan bonita que tenemos… ¡Nunca pensé que pudiéramos llegar a ser tan amigos!

WTF!

No te esperabas para nada esa respuesta y te vienes muy abajo. Te quieres morir, que se te trague la tierra o que venga el fin del mundo. Que pase cualquier cosa que te pueda sacar de ahí. Y todo mientras te preguntas a ti mismo— Si me he comportado como su hombre perfecto, ¿qué cojones ha podido fallar?—.

Terminas la noche como puedes, te despides de ella de la forma más incómoda posible y te vas a casa a echar la lágrima.

Pero ojo que la historia no acaba aquí.


La noche en la que se descubre toda la verdad

El fin de semana siguiente tenéis cena de empresa junto a todos los compañeros. Aunque al principio de la cena todavía te sientes un poco incómodo por lo que pasó la última vez que os visteis a solas, unas copas de vino ayudan a que todo vuelva a la normalidad.

Sin esperártelo, te vuelves a encontrar divirtiéndote y de risas con Sara. Incluso piensas que si la noche se alarga podría llegar a pasar algo entre vosotros.

¡La cosa pinta bien!

Cuando termináis de cenar ya vais todos bastante entonadillos, porque ya se sabe, en este tipo de cenas el vino corre como si fuera agua. Salís del local y la mayoría se quieren volver ya a casa, mientras que los más valientes deciden continuar la noche, entre ellos Sara. Tú les acompañas, claro.


Ella nunca había estado tan simpática contigo, y sientes que esa noche podría ser tu noche.

También os acompaña José, el guaperas del grupo. Un tío que siempre está contando cómo se liga a las tías prometiéndoles amor eterno y cómo después de echar un polvo desaparece como si fuera un ninja tirando una bomba de humo. Pero Sara siempre dice que José es un cabrón de mierda y que le dan muchísimo asco los tíos como él. Así que no te preocupa.

Llegáis a la discoteca y no te despegas de Sara. Te da la sensación de que hay cientos de tíos tratando de ligar con ella, pero tú haces bien de escudo protector.

Lo pasáis bien, bailáis e incluso os alejáis unos metros del resto del grupo. Estáis un rato a solas y aunque las risas y la diversión continúan, tú no acabas de decidirte a besarla porque todavía no lo ves del todo claro, ¡vaya!

En un momento dado sucede algo inevitable, sientes la llamada de la naturaleza y aunque intentas aguantar todo lo posible, llega un momento en el no puedes más. Necesitas ir al baño. Se lo dices a Sara y te vas como un tiro, sabes que la discoteca está llena de buitres y no quieres que ninguno vaya a entrometerse entre vosotros.


La sorpresa final…

Tardas exactamente tres minutos. Ni siquiera te lavas las manos porque piensas que si te demoras 20 segundos más alguno de los chicos malos de la discoteca podría acercarse a molestar a Sara. Así que terminas de mear y vuelves también como un tiro.

Y al llegar, no te puedes ni creer lo que están viendo tus ojos…

Sara se está enrollando con José. Pero a muerte. De la manera más sexual que hayas podido ver en toda tu vida… ¡y con José! El tío que presumía abiertamente de mentir a las mujeres para conseguir sexo con ellas, el tío al que Sara siempre llamaba “cabrón de mierda”, el tío que ella siempre dijo que jamás dejaría que le tocara ni con un palo.


Y se están besando como si no hubiera un mañana.

Ahora sí que la venida abajo es brutal.

¿Qué demonios ha pasado?

¿Por qué Sara rechazó su “hombre perfecto” y luego se enrolló con el tío que siempre dijo que le repugnaba?

Esta es la verdad.

Las mujeres no son conscientes de que lo que piensan que les atrae en un hombre, poco tiene que ver con lo que realmente les atrae.

Y ojo, no te estoy diciendo que a las mujeres no les gusten los hombres sinceros, atentos, románticos, sensibles, detallistas y fieles, ¡claro que les gustan! Lo que te estoy diciendo es que todas estas cualidades no crean ningún tipo de atracción en ellas, y solo funcionarán a tu favor cuando tú a ella ya le gustes.

Si le muestras todas estas cualidades antes de haber creado atracción = SOLO AMIGOS.

Entonces, ¿qué es lo que realmente atrae a las mujeres?

Solo son dos cosas: Belleza física y estatus social.


Y si tú, al igual que nosotros, no has tenido la suerte de que te toque la lotería genética, vas a tener que ponerte a trabajar en tu estatus cuando antes. ¿Cómo? No te preocupes, te lo contamos TODO desde aquí.

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