Mujer descubre sorprendida que le corta el rollo que su novio se ponga vestidos de mujer- (HONK HONK 
)
Este es el segundo artículo de la serie Clown World que publicamos en menos de dos semanas, y esto es así porque, a juzgar por las vistas del anterior, está claro que el tema interesa.
De lo que hoy vamos a hablar es de una de esas cosas que todavía no han llegado a España, o no al menos de forma masiva, pero que más pronto que tarde llegará, como está sucediendo con el resto de gilipolleces postmodernas que, con el objetivo de destruir la sociedad occidental, se inventan desde Estados Unidos.
Se trata de un nueva campaña, otra más, para robar a los hombres su masculinidad y convertirlos en nuncafollistas o cornudos miserables. Según este nuevo delirio, los hombres deben ponerse vestidos de mujer para así acabar con la “masculinidad tóxica”, y sí, algunos ya han empezado a hacerlo.
¿Y qué pasa cuando un hombre es convencido por los medios postmodernos para querer ponerse vestidos de mujer, y está interesado en ligar o tener relaciones con mujeres?
Pues a continuación voy a compartir contigo un artículo escrito por una mujer que te va a dar algunas pistas.
Te dejo con ella…
“El vestido de novia de mi novio reveló mis propias deficiencias sobre la masculinidad”
Esta no era la primera vez que me encontraba un poco incómoda al ver a Ian con ropa de mujer. No es raro verle con una falda, un vestido o un pareo en una fiesta, picnic o haciendo senderismo.
Él utiliza su “indumentaria no convencional” como muestra de su individualidad y un reflejo de su afición por la diversión. Adoro ambas de estas cualidades de él, pero me di cuenta de que no me gusta verlo exhibiéndose usando prendas florales, vestidos ajustados de lentejuelas o usando vestidos de novia.
Si bien sentí atracción a primera vista con Ian, su armario lleno de ropa femenina hizo mella en el atractivo que sentí por él desde el principio de nuestra relación.
No lo suficiente como para evitar que quisiera algo con él, pero sí lo suficiente como para notar que había una inesperada desconexión entre lo que yo pensaba que estaba OK con respecto al tipo ropa que un hombre podía usar (vestidos incluidos), y con lo que realmente encuentro atractivo en su cuerpo.
En el primer fin de semana que follamos, tuve que tirar de un vestido verde brillante sobre su cabeza para desnudarle.
Los juegos preliminares consistieron en darle azotes en su culo con purpurina mientras bailaba la canción Kesha’s Woman, y acaricié su peludo muslo a lo largo de un dobladillo tan apretado que casi se podían ver los contornos de cada folículo piloso debajo de él.
«Ha sido la primera vez que he desnudado a un hombre…¡quitándole un vestido!» grité a la mañana siguiente. Mis manos dieron un golpe encima de la encimera mientras contaba a mi compañero de piso Eli historias de la noche anterior.
“¡Jo tía, qué emocionante! ¡Felicidades!» dijo Eli, un hombre gay que se pone muchos vestidos y apoya a cualquier hombre al que le emocione hacer lo mismo.
Intelectualmente, disfruté de que Ian rechazara las normas y expectativas de género. Pero físicamente, mi deseo no coincidía.
Esos sentimientos iluminaron algunos límites imprevistos sobre dónde defino yo el atractivo en los hombres y cuándo anhelo todavía la masculinidad tradicional. Me di cuenta de que yo quería menos vestido y más camisas de franela, sombreros de camionero y chaquetas desgastadas.
Cuando salimos de la tienda ese día, Ian llevaba un gran paquete de vestidos de novia y yo tenía algunas cuestiones importantes que considerar.
(…)
El vestido de novia de mi novio me empujó a realizar un inventario escrupuloso de mis ideas más profundas sobre la masculinidad, y me ayudó a identificar mis deficiencias como una mujer que quiere ayudar a reescribir las normas de género.
Mientras realizaba este ejercicio, charlé con unas cuantas amigas sobre el tema, las cuales también pudieron identificar sus pequeños problemas con la masculinidad: Su necesidad de salir con hombres que sean más grandes y altos que ellas, o que sean mejores que ellas en los deportes, o que no lloren delante de ellas.
A medida que íbamos interrogando nuestros sentimientos sobre la masculinidad, fuimos reconociendo brechas entre nuestros ideales y la realidad.
Soy rápida en culpar a los hombres por perpetuar comportamientos tóxicos (o la masculinidad tradicional), pero en este caso, yo, la mujer, era parte del problema (me sigue atrayendo la masculinidad tradicional).
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Esto es solo un extracto. Si quieres, puedes leer el artículo completo (en inglés) desde aquí.
Comentarios
Es todo tan absurdo que da miedo.
Para empezar, en el mismo artículo, mientras lo estás leyendo, te recomiendan otro que tiene como título “La masculinidad es una trampa- y esta es la razón por la que más hombres deberían llevar faldas”. Y si haces una búsqueda en Google con las palabras “Men should wear dresses” vas a ver lo guay que es que los hombres nos pongamos vestiditos y lo calientes que se van a poner las mujeres al vernos.
Esto es definitivamente otra campaña más para continuar con la agenda postmodernista.
Luego, hablando ya sobre el artículo, no creo que haya nadie que no se haya dado cuenta, pero la autora se pasa todo el texto diciendo de manera directa o indirecta que el hecho de que su novio se ponga vestidos de mujer NO le gusta, NO le pone y NO le excita. Ni a ella, ni a ninguna de sus amigas.
Y esto es así porque lo que le pone a la autora, a sus amigas y a TODAS las mujeres heterosexuales del planeta es un hombre MASCULINO.
Así ha sido desde siempre, pero desde que entramos en la era del postmodernismo, mucho más todavía. Nunca antes las mujeres habían sentido tanta atracción por los hombres masculinos.
¿Qué cosas tiene la biología, eh?
Sin embargo, lo más interesante de todo es que, a pesar de que la autora es sincera con lo que le despierta atracción en un hombre, como la secta postmoderna ya le ha dictado de antemano lo que a una mujer de bien debería atraerle y lo que no, lo que hace es justificarse.
O sea que si a ella le atraen los hombres masculinos, es porque ella es parte del problema, y lo que debe hacer es reprimirse y tratar de autoconvencerse de que que la masculinidad tradicional es tóxica y que lo que deberían atraerle son los hombres con vestidos y que les gusta hablar de sus sentimientos.
¿Pero, sabes? Resulta que no puedes elegir lo que te atrae, las cosas no funciona así, y esto el postmodernismo lo sabe muy bien.
Porque que quede muy claro, el postmodernismo NO quiere que a las mujeres le atraigan los hombres que se ponen vestidos o que se pasan el día hablando de sus sentimientos, lo que el postmodernismo quiere es crear este tipo de hombres a destajo porque sabe muy bien que, sexualmente hablando, serán repudiados por las mujeres, y así alimentar el odio y la guerra de sexos.
¿Cuánto crees que va a esperar la autora del artículo para buscarse a un hombre masculino que la empotre y darle la patada al buenazo de Ian, a sus vestidos y a su culito con purpurina?
¿Cuánto tiempo crees que va a pasar hasta que a uno de los dos se les ocurra la maravillosa idea de buscar a un guaperas masculino para introducirse juntos en el “maravilloso” mundo del cuckolding?
De verdad que parece que vivamos en el circo de los payasos. Justo ayer (domingo) me pasé por el foro femenino español más visitado del mundo (1 millón de vistas al mes)… y a pesar de que esta locura todavía no ha llegado a España de forma masiva, ¿sabes qué me encontré en la primera página?
Me encontré el post de una chica en el que contaba que hacía poco su novio le había confesado que le ponía mucho la idea de follar mientras va vestido de mujer, y contaba que ya lo habían intentado varias veces pero que ella no podía, que le da tanto bajón verle así vestido que no era capaz ni de lubricar.
En definitiva, el postmodernismo sigue engañando a hombres y mujeres para hacerles miserables.
No lo olvides, su objetivo es que hombres y mujeres no nos emparejemos, que los que nos emparejemos duremos lo menos posible y no tengamos hijos (o tengamos los menos posibles) y que no formemos familias, y lo están consiguiendo.
Una vez más, hay que repetirlo, no existe la masculinidad tóxica, lo único que es tóxico es la ausencia de masculinidad, que es lo que está llevando a los hombres a la soledad, al nuncafollismo, a llevar cornamenta, al odio, y a algunos hasta a la violencia.
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