Luigi Domenico

Lituania 2014: El viaje que cambió nuestras vidas


Vilnius (Lituania), verano de 2014.

Recuerdo ese viaje y se me saltan las lágrimas, por lo importante que fue para nosotros y por cómo cambió nuestras vidas, aunque en aquel entonces todavía no fuésemos conscientes.

Hasta ese año, pocas personas más reacias a viajar fuera de España que yo podías encontrar, ¿y para qué irme? Si me iban bien las cosas aquí.

Me iban bien las cosas en el trabajo, quedaba con muchas chicas que conocía saliendo de fiesta y no necesitaba nada más…

Pero con la llegada del 2014 todo cambió a peor.

Después del boom de las apps para ligar online e Instagram, ligar en bares y discotecas era cada vez más complicado, las chicas españolas se volvieron más exigentes, y aunque nosotros seguíamos invirtiendo lo mismo o incluso más, intentando aplicar todo lo que nos había funcionado perfecto en los años anteriores, los resultados ya no eran los mismos.


“¡Macho, macho!”

Un buen amigo, Bruno, aficionado a viajar por Europa siempre que tenía ocasión, no solo para ver los monumentos, sino también para conocer chicas si tenía oportunidad, nos confesó que había una ciudad que le había maravillado.

La ciudad era Vilnius, capital de Lituania, que visitó junto a otro compañero de viajes en 2010, año en el que España ganó el Mundial de Sudáfrica.

Por aquellas fechas, ya hace casi una década, España estaba muy de moda en Europa del Este, las mujeres veían telenovelas y series en castellano, y muchas estudiaban español en el colegio como segunda lengua, después de la suya propia y el inglés.


Ser español y viajar a estos países era como ser un rockstar y así se sintieron Bruno y su colega.

Una de las muchas anécdotas que nos contó del viaje fue que ellos iban con una bandera de España por la calle celebrando la victoria de España en el mundial y las chicas les decían piropos por la calle.

Un grupo de lituanas rubias y atractivas, les gritaban desde la otra calle, “¡macho, macho!”.

Sonaba a película de ciencia ficción. Era como el mundo al revés.


Al final nos convencieron: Fuimos a Lituania

Era verano de 2014, ¿qué mejor momento para hacer un viaje?

Compramos los billetes, alquilamos un apartamento en Airbnb, hicimos las maletas y Carlos y yo pusimos rumbo a nuestro primer viaje juntos al extranjero.

Ya la llegada al aeropuerto fue brutal, veíamos chicas guapas por todas partes, apenas había hombres y los pocos que había eran menos atractivos que nosotros, flacos, imberbes y con la cabeza rapada, al estilo soviético (mientras que en España éramos hombres promedio o del montón).

Una locura, pero lo mejor fue al salir de fiesta.

Fuimos una discoteca muy famosa en el centro llamada Salento, la abrió un italiano y es la discoteca donde van todas las lituanas curiosas que quieren conocer extranjeros. Ningún hombre lituano iba allí.


Bruno nos la recomendó porque fue un lugar en el que tuvo mucho éxito. Nos contó que una noche le entró una lituana a la que doblaba en edad, le cogió de la mano y fue paseándole por toda la discoteca como si ella fuese la que hubiera ganado el premio y estuviese tratando de dar envidia a las demás, ¡una locura!

La situación era tan extraña que tenía la sensación de que si elegía a una chica de las que le entraban (que ya estaba muy buena), estaba perdiendo la oportunidad de elegir a otras incluso mejores.

Supongo que es así como se sienten las mujeres en España.

Una vez en Salento tuve que hacer una foto para poder rememorar el momento. Hice un selfie (que perdí al cambiar de móvil) en el que se nos veía a Carlos y a mi felices y sonrientes en una discoteca donde de fondo solo se veían mujeres atractivas. En serio, parecía el mundo al revés.

Habíamos pasado del “campo de nabos” español al “todos tías” lituano.


El día que nos miraron como si fuésemos guapos

Estábamos felices, todavía sin dar crédito a lo que estábamos viendo. ¿Cómo pueden existir dos mundos tan diferentes separados por tan solo 3.000km?

Habíamos reservado solo una semana de viaje por si el sitio no nos encajaba poder volvernos a casa, pero la semana se nos quedó corta.

El ambiente era tan bueno que salíamos todos los días, algo que yo no había hecho nunca en España, y es que tenías la sensación de que si no salías estabas perdiéndote un montón de opciones.

Pero nosotros siempre hemos querido ir un paso más allá y después de ir a Salento, nos preguntamos qué tal sería investigar otros bares y discotecas de la zona.

Encontramos uno que se llamaba Universiteto, un pub donde solo iba gente local, y los únicos extranjeros éramos Carlos y yo.

Recuerdo que en la puerta nos cruzamos con un grupo de tres chicas súper atractivas que entraban junto a nosotros, ellas tendrían entre 18-20 años (nosotros teníamos por aquellas fechas 30 y 31), y ya ahí crucé un par de palabras con ellas.


Carlos sin embargo se quedó callado, luego me confesó que no se unió a la conversación porque pensó que era perder el tiempo, eran demasiado jóvenes y estaban demasiado buenas para nosotros.

Una vez dentro, mientras nos estábamos tomando unas cervezas, empezó a sonar una canción latina y sin esperárnoslo para nada, fueron dos de ellas las que se acercaron a nosotros para sacarnos a bailar.

Mientras bailábamos, cada uno con la suya, ellas nos miraban como si mirasen a dos hombres tremendamente atractivos y aunque en el fondo sabíamos que no lo éramos (al menos no en España), allí nos trataban como si lo fuésemos.

Nos enrollamos con ellas y todo fue de maravilla.

Por mucha seducción que sepas y por mucho éxito con las mujeres que hayas tenido, no hay nada mejor en el mundo que esa sensación de gustar físicamente a una mujer y que sea ella la que haga todo el trabajo para conquistarte… y si encima ella es una chica diez, imagínate.

Creo que todo hombre debería sentir esa sensación al menos una vez en la vida.


La seducción tal y como la conocíamos cambió para nosotros

Allí nos dimos cuenta de varias cosas.

La primera es que cuando cuadras físicamente a una mujer no necesitas seducción, lo único que tienes que hacer es no cagarte en los pantalones, dejarte llevar y disfrutar el momento. Te parecerá una tontería, pero aquella fue la primera vez en nuestras vidas en la que unas chicas atractivas de 18-20 años nos entraban y nos «intentaban» seducir. Ahora ya sé lo que sienten los guaperas cada vez que salen de fiesta.

La segunda es que el planeta es muy grande y lo que esté pasando en un país (el nuestro), no tiene por qué tener nada que ver con lo esté pasando en otros que estén a unos cuantos cientos de km. Conozco a demasiados hombres que piensan que si para ellos es difícil ligar en España en el resto del mundo las cosas deben ser iguales o parecidas. Pues nada más lejos de la realidad, y te lo dice alguien que ha estado ya en nueve países del este de Europa (repitiendo hasta tres veces en algunos de ellos).

Por último, nos dimos cuenta de que debíamos seguir trabajando para encontrar maneras alternativas de seducir mujeres en España. Salir de viaje está muy bien, pero a mí personalmente me gusta mucho vivir en España. Lo que cambió nuestro viaje a Lituania fue nuestro enfoque. El tener la certeza de que pasara lo que pasara siempre iba a haber «paraísos» fácilmente accesibles, hizo que nos tomáramos la vida de una manera mucho más relajada, y así fue cómo finalmente dimos con nuevas alternativas para seducir mujeres en nuestro país.

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