Ligando (o no) gracias al ESTATUS- Dos nuevos ejemplos (con un giro final inesperado)
Revisando material antiguo, me he encontrado con un par de historias que escribí hace ya casi 8 años y que, a pesar de que son cosas que me sucedieron ligando en discotecas y antes del boom de las app’s para ligar online e Instagram y de la llegada del postmodernismo, creo que la lección que podemos aprender de ellas es muy relevante en el contexto en el que vivimos hoy día.
Los lectores más antiguos quizás las recuerden, ya me contaréis.
Lo que he hecho para publicarlas hoy ha sido mejorar un poco la escritura, adaptarla a los tiempos que corren y editar alguna cosilla por temas de corrección política. Pero lo que sucedió aquellas dos noches en una conocida discoteca de Madrid sigue estando intacto, tal y como lo conté en los escritos originales.
Hoy voy a compartir contigo una de las revelaciones más grandes que pude experimentar en mis primeros años viviendo en la capital.
(Pequeño spoiler: Vamos a hablar sobre el poder del ESTATUS PERCIBIDO).
Madrid, Septiembre de 2011
Por si no lo sabes, trabajo como relaciones públicas de sala en algunas de las discotecas más conocidas de Madrid, y aquella noche me encontraba en la zona VIP de una de ellas, junto a dos clientes que acababan de llegar, vamos a llamarles Jorge y Rafa.
Jorge y Rafa eran dos buenos ejemplos de típicos tíos frustrados. Dos hombres de unos 35 años que, aunque iban bien vestidos, era más que evidente que físicamente se cuidaban poco. Además, eran dos hombres que nada más verles, por su comportamiento te dabas cuenta de que tenían la autoestima muy baja. Jorge y Rafa eran dos buenazos de físico por debajo del promedio que, finde tras finde, salían a intentar ligar a base de invitar a copas a chicas guapas.
El camarero de la zona VIP apareció con una botella de Jack Daniel’s en su bandeja y empezó a servirnos unas copas. Yo me iba a quedar con mis clientes a que me invitaran a la primera, ya que darles conversación y un buen trato era parte de mi trabajo. Además, que eran dos tíos súper majos, siempre que venían me gustaba pasar un rato con ellos.
Jorge aprovechó y antes de que el camarero se fuera a otra cosa, le preguntó si podía invitar a tres chicas a que se subieran a la zona VIP a tomarse un chupito con nosotros, que él invitaba. El camarero dijo que sí y un par de minutos después apareció en el VIP junto a tres chicas muy jóvenes y muy atractivas. Una de ellas me pareció realmente espectacular, tenía una de las caras más guapas que había visto en mucho tiempo.
Nos presentamos todos, Jorge pagó al camarero, brindamos y nos tomamos el chupito de tequila y, acto seguido, cada uno de nosotros empezó a hablar con una de las chicas.
Aquello era un tres para tres en el que estaba claro que no había nada que hacer, y es que éramos tres tíos de físico promedio-bajo (Jorge y Rafa bastante peores que yo), para tres chicas jovencísimas y súper atractivas. Y a pesar de que a mí lo de ligar no se me dé nada mal, me afectaba mucho el HALO de Jorge y Rafa, que en todo momento presentaban actitudes y comportamientos de muy bajo estatus.
Aun así, me quedé hablando con la chica que más me había gustado, se llamaba Laura.
Laura me contó que tenía 20 años, que era estudiante de arquitectura y que casi no tenía tiempo para salir de fiesta porque según sus palabras “no podía hacerme una idea de lo duro que era estudiar una carrera así”. Yo le dije que alguna idea sí tenía, ya que soy ingeniero industrial… pero a Laura lo que yo le contara parecía no interesarle lo más mínimo.
Por su lenguaje corporal, era evidente que Laura no tenía ningún tipo de interés en mí. Su actitud era en plan, “voy a contarle tres mierdas a este tío para agradecerle que me haya invitado al chupito y en cinco minutos me largo de aquí”.
Y eso fue exactamente lo que hicieron sus amigas. Se tomaron el chupito, estuvieron hablando con Jorge y Rafa durante los cinco minutos de cortesía típicos de cuando un pagafantas te invita a algo, y a la primera que vieron oportunidad lanzaron bomba de humo y se esfumaron de la zona VIP.
Pero Laura no se fue con ellas… sino que se quedó allí, hablando conmigo. ¿Por qué lo haría? ¿Fue porque le gusté o… es que había alguna razón oculta?
Ella misma me lo iba a aclarar de manera inmediata…
Laura: ¿Me invitas a una copa?
Carlos: Ahhh… así que era eso…
Laura: ¿El qué?
Carlos: Te has quedado aquí cuando tus amigas se han ido porque aparte del chupito, quieres que también te invite a una copa.
Laura: Alaaaa, ¿¿¿qué dices??? ¡¡¡Qué va!!! Me he quedado porque me has caído súper bien… Mira, para que veas que es verdad, apúntate mi teléfono y hablamos otro día por WhatsApp.
Carlos: Yo no tengo WhatsApp.
(Es verdad, en Septiembre de 2011 todavía no me había descargado el WhastApp).
Laura: ¡Pues bájatelo y así hablamos!
Carlos: ¿Qué bebes?
Laura: Vodka con limón.
La verdad es que me hizo bastante gracia la mentira que Laura me intentó colar y la forma que tuvo de fingir que tenía un mínimo de interés en mí. Sinceramente, me apetecía ver hasta dónde era capaz de llegar para conseguir su copa gratis, así que se la pedí al camarero de la zona VIP y me apunté su WhatsApp. La apunté como “Laura arquitecta”.
Unos minutos más tarde llegó el camarero con el Vodka con limón de Laura en su bandeja, y lo cierto es que la cosa fue incluso más rápida de lo que yo esperaba…
Laura: Bueno, me tengo que ir ya que mis amigas me están esperando.
Carlos: Claro, claro…
Laura: ¡¡En serio!! Escríbeme esta semana y hablamos para quedar otro día.
Carlos: Ok, esta semana te escribo 😉
Y ya está, Laura se fue. Lo bueno es que yo ya sabía lo que estaba sucediendo. Sabía perfectamente que la interacción no iba a ir a ninguna parte porque, desde el inicio, Laura me había metido en el mismo saco que a Jorge y a Rafa. De hecho, ella en todo momento pensó que los tres éramos amigos y que habíamos salido juntos.
Para ella yo no era más que el típico pringao del que podría aprovecharse para sacarle copas gratis, que en aquel entonces ya costaban 10€.
(Y por cierto, es importante que sepas que yo no pagué por la copa de Laura. Ni por la de Laura ni por la de nadie, nunca. Recuerda que yo estaba trabajando en el local. Cada noche tenía derecho a 12 tickets de invitación que estaba obligado a gastar. Aunque también es importante que sepas que Laura seguramente sí asumió que la invitación corría de mi parte).
Cuando Laura consiguió lo que buscaba y me dijo que se tenía que ir con sus amigas no traté de alargar la película más de la cuenta, y me fui también a seguir trabajando y a divertirme con mis amigos.
No obstante, reconozco que quise asegurarme de que mi visión sobre lo acontecido aquella noche era la correcta, por lo que dos o tres días más tarde me descargué e instalé el WhatsApp por primera vez y escribí a Laura un mensaje, a ver qué tal respondía. Solo por curiosidad.
Le escribí lo siguiente: “Al final parece que sí que tengo WhatsApp… ”.
Laura leyó mi mensaje al instante (mi WhatsApp marcó el doble check de haber recibido y leído el mensaje) y… ¿qué crees que sucedió?
Pues ya te lo estarás imaginando… jamás recibí respuesta.
No hubo sorpresas.
Para Laura no hubo ninguna diferencia entre Jorge o Rafa y yo. Desde su punto de vista, yo no era más que un pagafantas del que podía aprovecharse para conseguir copas y chupitos gratis. Un tío chunguete que salía de fiesta con sus amigos todavía peores y al que vendió 10 minutos de su valioso tiempo a cambio del equivalente a 17€ (chupito + copa). Para ella yo era una simple herramienta para conseguir bebida gratis.
Y para mí todo esto fue algo excepcional, pero lo más triste de todo es que para Jorge y Rafa esto era lo que vivían cada noche que salían de fiesta.
Madrid, Junio de 2012 (Nueve meses más tarde)
Aquella noche había quedado en la discoteca con un montón de amigos, y es que esta es precisamente la parte más importante del trabajo de un relaciones públicas de sala: quedar con la gente en la discoteca y luego, una vez allí, recibirles y atenderles para que deseen repetir.
Y para la historia que voy a contarte a continuación, es relevante que sepas que entre toda la gente que entró por mi lista, vinieron un par de amigos hiper guaperas de Galicia que andaban sobre los 25 y 26 años, y también un grupo de cinco o seis chicas súper pijas de Madrid que andaban sobre los 21 y 22.
Nada más llegar, mis amigos gallegos, Juan y Rubén, me dijeron que querían una botella en la zona VIP, que les apetecía estar cómodos. Yo me encargué de gestionarla con el camarero y acto seguido, me despedí de ellos de manera momentánea para ir a recibir al resto de gente que venía por mi lista, especialmente a mis amigas pijas, con las que estuve un buen rato.
Cuando volví al reservado, que serían ya en torno a las 2 ó 3 de la madrugada, me encontré a Juan y Rubén rodeados de otro grupo de chicas, también muy atractivas. Y esto no era ninguna sorpresa, ya que Juan y Rubén, aparte de ser dos atletas de 1’98 y 1’86 de estatura y de físico 10, son los típicos guaperas que desde siempre han sido muy conscientes de cuál es su valor en el mercado sexual y jamás se han cortado un pelo a la hora de ligar.
Rubén estaba hablando con dos chicas, una de ellas me pareció espectacular y, nada más verme, éste les dio un corte a las dos para saludarme con un efusivo abrazo…
Chica atractiva: ¿Quién es?
Rubén: Es Carlos, el jefe de la discoteca.
Dos besos…
Antes de continuar, debo puntualizar dos cosas. La primera que yo no era el jefe de la discoteca, pero tampoco le llevé la contraria a Rubén jeje, y, la segunda, que Rubén era el mejor ala del mundo. Y por si eres nuevo en conceptos de seducción clásica, te aclaro que un ala es un colega que te ayuda a ligar.
A pesar de ser un guaperas, Rubén lo veía todo súper claro.
Él sabía que gracias a su físico y a su poca vergüenza iba a ligar sí o sí todas las noches, y siempre decía que las noches en las que más se divertía eran las noches en las que ligábamos los dos y acabábamos de after en mi casa, por lo que siempre que salía y veía que podía echarme un cable, lo hacía de la mejor manera posible.
¿Y cómo puede un guaperas ayudarte a ligar?
Pues para el que todavía esté en la Blue Pill, lo normal es que piense que lo mejor es que el guaperas utilice su caraza para abrir un grupo de chicas y que luego te presente a una de ellas… pero no, si tu físico es promedio o del montón, esto no funciona. Y es que cuando una chica cree que el guaperas que le acaba de entrar está interesado en ella, pero luego se entera de que éste solo le ha abierto conversación porque quería presentarle al amigo tímido y feaco… la cosa no suele ir muy bien.
Lo que Rubén hacía era dejarme a mí hablar con las chicas mientras que él solo me peloteaba, me daba la razón en todo o incluso me permitía darle órdenes o pegarle algún corte (para así demostrar a las chicas que mi estatus era mucho mayor que el suyo). Y es que cuando un tío de físico 10 se comporta de manera sumisa con un promedio, es que ese tío promedio es alguien (un hombre de estatus), y, por lo tanto, es atractivo.
Lo bueno de aquella noche fue que no solo tuve a Rubén para montar la escenita del promedio misterioso (y de estatus) y el guaperas sumiso, sino que Juan, el guaperas de 1’98 que había venido de Galicia para hacerle una visita, también se animó al juego.
Y ya para rematar, esto no te lo puedo asegurar, pero es muy posible que aquella chica atractiva que Rubén me acababa de presentar también me hubiera visto desde el VIP con mis amigas pijas, las cuales también me peloteaban a muerte (porque me sacaban tickets de copas gratis) y me trataban como si fuera un guaperas.
(Y por si no lo sabes, en la época de la seducción clásica a todo esto se le conocía como prueba social y preselección. Si quieres más información sobre lo bien que funciona ser percibido como el líder de un grupo de guaperas y/o de chicas atractivas, tienes el caso de Omar en este artículo).
La cuestión es que la escena funcionó y después de un rato hablando todos en grupo siendo yo el líder indiscutible del cotarro, aquella chica atractiva quiso saber más de mí. Estaba claro que sentía muchísima curiosidad por saber más sobre aquel tío al que los dos tíos más guaperas de la discoteca prestaban sumisión.
Nos sentamos a solas en uno de los sofás más apartados del VIP y desde el mismo inicio de la conversación a la chica se la veía entusiasmada. Había sonrisas, muchos jiji jaja, contacto físico por su parte… ¿recuerdas cómo habían ido las cosas con la chica de la primera historia? Pues con ésta era todo lo contrario.
Me preguntó sobre mi historia, quería saber cómo había acabado allí trabajando, y yo le conté un poco todo. Le conté cómo empecé, cómo mi situación fue mejorando poco a poco y cómo he acabado trabajando en varias de las discotecas más conocidas de Madrid. Y también me preguntó otra cosa…
Chica atractiva: ¿y solo trabajas en esto?
Carlos: No, soy ingeniero industrial y entre semana trabajo en varios proyectos.
Chica atractiva: Alaaa… eres ingeniero y trabajas en discotecas… qué buen partido, ¿no?
Te juro que me dijo eso.
Una cosa que he ido comprobando con el tiempo y que os gustará saberlo a muchos de los que estudiasteis y trabajáis en lo mismo que yo, es que cuando eres el típico tío frustrado, decir que eres ingeniero solo te hará ver todavía más friki. Sin embargo, cuando ellas te ven como un tío enrollado (o te perciben como un tío de estatus), si descubren que además de eso eres ingeniero, ganarás puntos.
A partir de ahí ella empezó a cualificarse de forma exagerada, que por si no sabes lo que es, significa que empezó a tratar de demostrarme que ella estaba a mi altura. Cuando pasa esto es que las cosas van muy bien.
Me contó que tenía 20 años, que estudiaba arquitectura y empezó a darme un montón de detalles para que yo tuviera claro que ella también era una chica de mucho valor. Me contó que había vivido fuera de España, que conocía mundo porque había viajado mucho, y me dijo también que bailaba muy bien, aunque no la música que estaba sonando aquella noche en la discoteca… y aquí viene lo mejor… me dijo que un día tendríamos que ir a otro sitio para que me lo pudiera demostrar.
Entonces me dijo…
Laura: … ¿Y entre semana sales?
Carlos: Los miércoles suelo ir a Gabana 1.800, ¿lo conoces?
Laura: ¡Sí! La fiesta Erasmus con barra libre.
Carlos: Esa, ¿te vienes este miércoles?
Laura: Este miércoles no puedo porque tengo que estudiar para un examen , pero el siguiente sí. Dame tu WhatsApp y quedamos… Pero si voy iré sola, así que voy a estar todo el rato contigo, ¿eh?
Los indicadores de interés empezaban a ser muy importantes ya. Además, su actitud y lenguaje corporal me indicaban claramente que ese interés era genuino, pero yo no quería arriesgarme a intentar el beso aquella noche con todas sus amigas delante, sobre todo sabiendo que pronto nos veríamos a solas. Pensé que en Gabana y sin miedo a ser juzgada todo sería más fácil.
Le di mi número cuando ella me lo pidió y le dije que me hiciera una llamada perdida para que pudiera apuntar el suyo, pero cuando lo hizo y mi teléfono sonó, en lugar de aparecer un número desconocido en la pantalla, apareció un nombre.
Su número ya estaba memorizado en mi iPhone… ponía “Laura arquitecta”… y yo me quedé pensativo durante un par de segundos… ¿conocía ya a esta chica?
¡¡Joder era ella!!
¡¡Era la misma chica de la primera historia!!
Es verdad que nada más verla noté que su cara sonaba de algo, pero eso era algo que me sucedía a diario. Ten en cuenta que yo salía de fiesta cinco noches por semana y que mi trabajo consistía en relacionarme con la gente. Conocía a tanta gente cada día que al final era imposible recordar a todo el mundo. Además, que habían pasado 9 meses desde que nos vimos la primera vez. No es tan fácil recordar la cara de alguien con quien has hablado durante solo 10 minutos.
Y me di cuenta de que yo a ella ni siquiera le sonaba de nada. ¿Cómo iba a acordarse de alguien que para ella fue un simple pagafantas?
Al reconocerla me vino a la mente todo lo que sucedió la primera noche que nos conocimos y pensé, joder, ¡¡qué diferente todo!!
Estuvimos hablando un rato más, hasta que las chicas decidieron irse. Llegué a plantearme lo de ir a por el beso en la despedida, pero no lo hice. Al final nos despedimos con dos besos y Laura me volvió a repetir que nos veríamos en dos semanas para ir juntos a la discoteca Gabana.
Lo que finalmente sucedió con Laura
Esto ya lo escribo desde la perspectiva de 2020.
No recuerdo quién fue el que inició la conversación, pero a los dos o tres días de nuestro segundo encuentro empezamos a hablar por WhatsApp, y pude corroborar al 100% que esta vez el interés que Laura mostró por mí sí era genuino.
Recuerdo que tuvimos largas conversaciones en las que ella invertía mucho, con muchos emojis y muchos jiji jaja, y recuerdo también un par de cosas muy concretas. La primera es que en uno de nuestros chats empezamos a hablar de Ibiza y Laura llegó a decirme que le molaba mucho la idea de que fuéramos juntos en verano. O sea que ni siquiera habíamos tenido nuestra primera cita a solas y ella ya me estaba diciendo de manera «indirecta» que me veía como posible novio.
No olvides que estamos hablando de mediados de 2012. Para muchas chicas de la época todavía no había llegado la liberación sexual, ni se imaginaban que pronto llegaría el carrusel de guaperas de Tinder, y lo que buscaban era un novio, como siempre había mandado la tradición.
La segunda cosa que recuerdo es que en un momento dado, después de que ella hubiera demostrado claramente y de formas muy diferentes su interés en mí como posible pareja, insinué que mientras ella estaba estudiando para sus exámenes yo estaba manteniendo mis opciones abiertas. Laura entendió que lo que le había dicho es que me estaba follando a otras, cosa que no le moló un pelo, y rápidamente me mandó al carajo.
Qué le vamos a hacer, hace 8 años todavía me quedaban cosas por aprender.
Mi cagada fue tal que llegué a publicar un artículo en nuestro anterior proyecto, artículo que incluía capturas de WhatsApp de lo de Ibiza y de la metedura de pata. Por eso lo recuerdo todo tan bien.
La moraleja de aquel texto era que cuando una chica joven y atractiva te está demostrando su interés de una manera tan abierta, clara y directa, no necesitas seguir con el juego. No necesitas tratar de hacer que se pregunte si estás o no teniendo sexo con otras chicas, porque eso sería tirar demasiado de la cuerda, y ésta podría romperse.
Y como seguramente ya sabes si llevas tiempo por aquí, este juego de incertidumbre debe acabar en el momento ella te deja claro que quiere una relación contigo. Cuando ella ha realizado esa «descomunal» inversión en ti y tú sigues jugando (y ella es joven y atractiva), es muy probable que los dos acabéis perdiendo.
Traté de arreglarlo pero no fui capaz, Laura me bloqueó y así, casi de repente, acabó nuestra historia.
Conclusión
Como es obvio, la conclusión de estas dos historias no tiene nada que ver con animarte a volver a salir de fiesta a tratar de ligar con chicas jóvenes en discotecas. Si eres un tío promedio o del montón, ya sabes que con la llegada del postmodernismo y del boom de las app’s para ligar online e Instagram, esto se acabó.
La conclusión, como ya te he adelantado en la introducción, tiene que ver con el ESTATUS.
Hay hombres que después de acabar en páginas Red Pill (o Black Pill) y de descubrir lo sumamente exigentes que son las mujeres con el físico de los hombres, se vienen muy abajo y asumen que si su físico no es top, no tienen nada que hacer. Y da igual que les hables del estatus, que ni te van a escuchar.
De hecho, si les mencionas el estatus, muchos de ellos te dirán lo de “es que tampoco tengo estatus”, dando por hecho que la única manera de proyectar estatus es a través del dinero.
Pues ya has visto, en estas dos historias yo era exactamente el mismo, un tío de físico promedio o del montón, Laura también era exactamente la misma, una chica muy atractiva de 20 años, y esto es importante, en ninguna de aquellas dos noches gasté ni un euro. Sin embargo, las dos noches tuvieron finales muy diferentes entre sí.
El primer día Laura me vio como un simple pagafanas del que podía aprovecharse para conseguir copas gratis, mientras que a partir de lo que sucedió el segundo día, Laura empezó a verme como su posible novio.
¿Y qué fue lo que marcó la diferencia entre ambas noches?
La respuesta está en el ESTATUS. Y para ser más exactos, deberíamos hablar del estatus que Laura PERCIBIÓ de mí.
Y que conste que tampoco te estoy diciendo que ahora para ligar tengas que buscarte a un par de amigos guaperas o a un grupo de amigas pijas para montar la escenita de la prueba social y preselección. Éstas son solo un par de formas de proyectar alto estatus, que si están a tu alcance, puedes utilizar perfectamente y te animo a ello, pero si no, sin problemas, porque todavía hay muchas opciones más.
Hay un montón de formas de hacer que las mujeres que conozcas te perciban como un hombre de estatus en las que no necesitarás la ayuda de nadie ni tampoco gastar dinero, sino que solo necesitarás realizar unas pequeñas modificaciones en tu estilo de vida, actitud y comportamiento.
Y ok, en 2020 y si eres un hombre de físico promedio o del montón que está en España, es posible que ya no te sirvan para ligar con chicas de 20 años mucho más atractivas que tú. Esto me gusta aclararlo siempre. Pero sí te aseguro que estas formas de proyectar alto estatus te servirán, como mínimo, para tener ilimitadas opciones con mujeres de tu misma liga, lo cual puede que sea suficiente para ti.
Y para tener cientos de matches y conseguir citas en las que interactuar con mujeres hazte con Tinder Hack.
Nos vemos en el siguiente,
Luigi
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