Luigi Domenico

Hombre de ESTATUS viviendo (y follando) en casa de sus padres ¿Puede ser?


En el artículo de hoy vas a poder leer una historia que hacía tiempo que quería compartir contigo, porque creo que ilustra a la perfección el concepto de HOMBRE DE ESTATUS. Sin embargo, hasta ahora no me había atrevido a contarla por eso de que hoy en día está muy mal visto que un tío cuente que ha follado (y más si este no es guapo).

Pero acabo de meterme en la comunidad online de mujeres más grande de España y solo mirando el artículo más reciente, resulta que trata de una mujer que dice tener treinta y tantos años y mucho sobrepeso, que ligó con un guaperas en Tinder, que quedó con él directamente para follar y que la cosa en la cama no salió como esperaba.

Y el artículo continúa con risas y burlas hacia el pobre chaval anónimo, que espero que nunca acabe leyendo ese artículo.

Después de ver esto me he dado cuenta de que quizás nos estemos conteniendo demasiado y hoy voy a contar que tuve sexo, aunque eso no será lo importante de la historia. Eso sí, que sepas que yo nunca faltaré al respeto a ninguna de las chicas con las que he estado, ni en este artículo ni en ningún otro.


Conociendo a Marta en Tinder

Antes de empezar, tengo que reconocer que el título del artículo es un poco tramposo. Yo hace ya nueve años que no vivo en casa de mis padres, pero cuando voy a su ciudad a visitarles, siempre me quedo en su casa y duermo en mi antigua habitación, la cual sigue con la misma decoración que el día en el que me fui.

Todo esto ocurrió a principios de 2016, yo en aquel entonces tenía ya casi 33 años y fui de visita a ver a mi familia. Normalmente mis visitas solían ser de un par de días y solo un par de veces al año, pero aquella vez, por motivos que no vienen al caso, me quedé unos diez días.

Con tantos días por delante, para mí era casi inevitable usar el Tinder y ver qué se cocía por allí, y nada más llegar tuve un match con una chica de 19 años que me encantó, vamos a llamarla Marta.

Intenté llamar su atención a través de la conversación y la cosa fue bien, tanto que decidí arriesgar y sacar el tema del sexo.

Aquí podían haber pasado dos cosas, que ella ya sintiera la suficiente curiosidad/atracción hacia mí y que, por lo tanto, me siguiera el rollo o, por el contrario, que todavía no estuviera segura de tener interés en mí y que al verme sacar el tema del sexo yo le pareciera un baboso asqueroso.

Hubo suerte, estuvimos hablando sobre sexo durante unos minutos y en el mejor momento de la conversación corté y le dije que iba a ser mucho más interesante continuar con aquella conversación mientras nos tomábamos unas cervezas. Ella aceptó y quedamos la noche siguiente en el centro de la ciudad.


La primera cita (aparece el hombre de estatus)

Después de haber hablado de sexo y de haber comprobado que tenía toda la pinta de que sexualmente íbamos a ser muy compatibles, sabía que las opciones de que nos gustáramos en persona eran altas, así que por si las moscas, empecé a preparar la logística.

Por las noches mis padres están en casa, así que era obligatorio buscar otro lugar para nuestro posible encuentro. Los hoteles para esa misma noche estaban a 80€ el más barato y la verdad, no quería pagar tanto. Al final di con un anuncio en el que se ofrecía una habitación por 20€ dos horas, lo cual me pareció aceptable, así que apunté el teléfono y acudí a la cita.

Sobre la cita no voy a darte muchos detalles, solo que me vestí como un hombre de estatus (como siempre), hice todo lo que hay que hacer para que a su primera impresión sobre mí fuera que soy un hombre de estatus y por supuesto, me comporté como un hombre de estatus (también como siempre).

Y todo salió bien. Recuerdo perfectamente algo que me dijo tras unos minutos de iniciar la cita, y que otras dos chicas diferentes también me repitieron en nuestras primeras citas más adelante:

“¿Sabes? Me recuerdas un montón a Leonardo di Caprio en El lobo de Wall Street…”.

Y si me conoces de nuestro proyecto anterior, ya sabes que físicamente no me parezco en absoluto a Di Caprio, ojalá. En realidad, yo diría que físicamente me parezco más Johnna Hill (su colega gordaco en la película), pero en versión delgado.

Sin embargo, hay algo en lo que quizás sí nos parecemos, y es en la actitud. Si has visto la película lo recordarás, el personaje de Di Caprio es un claro ejemplo de lo que sería un hombre de elevado estatus social.

Y a lo que me refiero con esto no es al tema del dinero, sino a su ACTITUD y COMPORTAMIENTO.


¿Cómo hacer que las cosas sucedan en un caso así?

Después de aquel comentario yo ya tenía muy claro que las cosas iban bien, así que volví a sacar el tema del sexo y empezamos a hablar sobre nuestros gustos y preferencias abiertamente. Era una chica que, a pesar de tener 19 años, ya había tenido muchas experiencias.

Pero para qué mentir, casi todas las chicas de esa edad que he conocido en los últimos años tienen mucha más experiencia que cualquier hombre promedio de 25 o 35 años.

La cosa se iba poniendo cada vez más caliente, pero había un problema, estábamos tomando unas cervezas en un bar en el que nos habían sentado uno enfrente del otro. El contacto físico era imposible y, por lo tanto, el beso no podía surgir entre nosotros.

Mis primera opción era proponer un cambio de local, pero claro, yo no sabía adónde ir, no me conocía los garitos de la zona. Además, se hacía tarde y ella quizás se tendría que ir pronto. Y la otra opción era proponer abiertamente ir a aquella habitación por horas a disfrutar juntos del sexo.

Opté por la segunda opción y cuando le pregunté si le apetecía que fuéramos a un “hotel” a hacer todas aquellas fantasías realidad… ella dudó.

Y dudó de verdad, porque es que ni siquiera nos habíamos besado.

Entonces, hice lo que he explicado alguna vez en otros artículos. El que es considerado para muchos autores norteamericanos como el rasgo más atractivo que un hombre pueda mostrar a una mujer en una primera cita…

Y funcionó. Ella cogió mi mano, salimos del bar, nos besamos y de camino a la habitación llamé por teléfono para reservar un par de horitas.
La habitación a la que fuimos a follar era un cuadro

Yo le dije que era un hotel, porque la verdad, pensaba que aquello sería lo más parecido a un hotel barato. Pero al llamar a la puerta, ésta se abrió sin que pudiéramos ver a nadie, nosotros nos metimos y cuando ya estábamos dentro, pudimos ver a la persona que nos había abierto… una prostituta en lencería.

Nos preguntó si queríamos follar con ella y le dijimos que no, que estábamos allí por el anuncio de la habitación. Ella muy amablemente nos acompañó hasta ella, nos dió sábanas y toallas limpias y condones, y nos dijo que si necesitábamos algo, que estaba por allí. Se fue y cerró la puerta al salir.


La habitación era algo parecido a esto o mucho peor…

La habitación estaba casi a oscuras, iluminada únicamente por unas luces de neón que daban un ambiente… muy extraño. Recuerdo que Marta me miró y con una sonrisa me dijo “me siento como si estuviéramos en una peli de Tarantino :P…”.

Bueno, al menos estaba claro que no se le había cortado el rollo (y que tenía muy buen gusto para el cine).

Aquí sí que me vas a permitir que no dé muchos detalles, solo te diré que el sexo fue increíble. Los dos disfrutamos como hacía tiempo que no lo hacíamos, tanto que a las dos horas todavía estábamos ahí dale que te pego (habíamos tenido descansos, eso sí), y la prostituta tuvo que venir a tocarnos a la puerta y avisarnos de que se nos había pasado el tiempo.

Se nos había pasado volando.
A los dos días fuimos a casa de mis padres

Yo lo tengo claro, cuando lo paso así de bien en una primera cita siempre quiero repetir, así que al día siguiente le volví a escribir y ella también lo tenía claro, así que le propuse quedar. No obstante, esta vez le dije de quedar por la tarde, ya que la casa de mis padres estaba libre.

Quedamos en el barrio y juntos fuimos para allá.

Para que te hagas una idea, mis padres viven en un piso antiguo y muy modesto, en un barrio también muy modesto. Todo lo contrario a lo que podríamos llamar elevado estatus social.

Pero el colmo era mi habitación, todavía decorada como la de un adolescente, con mis videojuegos, la super nintendo encima de la mesa enchufada a la tele de tubo (me dió por los juegos retro en mis años de universidad), y los posters de la NBA que colgué en 1995.


Allí estaban Charles Barkley con la camiseta de los Phoenix Suns, Los Orlando Magic de Shaq y Penny o Michael Jordan con su camiseta con el número 45…

Y tú te preguntarás, por qué mi habitación seguía así, y ya te lo he dicho, nada más terminar la universidad me largué a vivir a Madrid, y mi habitación de nuncafollista se quedó tal cual. Dormía allí cuatro noches al año cuando iba de visita, así que no valía la pena perder tiempo en arreglarla.

Tuvimos sexo en aquel cuadro de habitación y fue tan genial o incluso más que la primera vez. Y durante la semana repetimos unas cuantas veces más, hasta que me tuve que ir a Madrid, y en ningún momento a Marta le importó que lo hiciéramos en aquel lugar, porque para ella lo importante no era ni mi aspecto físico ni el dinero, era cómo se sentía cuando estaba conmigo.


Conclusión

La conclusión es clara, ser un hombre de elevado estatus social no tiene por qué significar necesariamente ser millonario o famoso. Ser un hombre de elevado estatus social también es ACTITUD y COMPORTAMIENTO.

Y sí, es cierto que quizás Marta el día en el que nos conocimos pensara que yo era un tío de pasta, y es que los tíos de pasta casi siempre se comportan como hombres de elevado estatus social.

Por lo que, entre un tío de pasta y yo, no hay diferencias apreciables a primera vista (a no ser que el tío de pasta saque la billetera o las llaves del Ferrari, claro).

Pero que quede claro que yo en ningún momento mentí, lo único que le dije sobre mi trabajo fue que curraba en marketing online. No insinué en ningún momento que estuviera forrado. Y sí, le hablé sobre algunos viajes que había hecho. Pero viajar por Europa hoy en día es muy barato. Todos podemos hacerlo.

Lo que hice, insisto, fue comportarme como un HOMBRE DE ESTATUS.

Y para que no haya dudas, te recuerdo que esto no tiene nada que ver con mentir o fingir ser alguien que no eres, sino que tiene que ver con realizar una serie de cambios en tu vida y tu comportamiento que, una vez asimilados, harán que las mujeres te perciban como un hombre de elevado estatus social.

Yo siempre soy yo mismo, y a menudo me pasan este tipo de cosas.

Dos días más tarde, Marta, al ver mi habitación de adolescente se partió de risa, le hizo gracia pensar que yo unos años atrás había sido un friki… y sin embargo, eso no hizo que su percepción sobre mi “yo” actual cambiara en absoluto.

Y date cuenta que lo de que yo estaba de visita y en realidad no vivía con mis padres podría haber sido mentira, pero habría dado igual.

Porque insisto, a Marta lo que le ponía de mí no era ni mi cara bonita (porque no la tengo), ni el lugar en el que vivía, ni el dinero que tenía… lo que le ponía de mí era cómo se sentía cuando estaba conmigo…

Y cómo se siente una mujer cuando está contigo viene determinado por tu ACTITUD y COMPORTAMIENTO.

Ahora la decisión es tuya, ¿quieres saber cuales son todos los rasgos, actitudes y comportamientos que harán que las mujeres siempre te perciban como un HOMBRE DE ESTATUS? Escríbeme y te indicaré que material de seduccion puede ser el más adecuado para ti.

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