Luigi Domenico

Hablemos sobre la infidelidad- Una mujer de Madrid nos cuenta cómo y por qué es infiel

La semana pasada hablamos del libro “La evolución del deseo” de David M. Buss.

Si estuviste por aquí, recordarás que comenté que aunque el libro ya se ha quedado bastante anticuado (fue publicado en 1994, mucho antes de que el postmodernismo asolara nuestra sociedad), tres apartados de un capítulo todavía en 2020 me siguen resultando relevantes.

El primero de ellos ya lo compartí contigo el otro día, el que trataba sobre el orgasmo femenino.

Hoy es el turno del segundo, el que trata sobre la infidelidad.

Además, el artículo de hoy te va a resultar especialmente interesante porque en él vamos a contar con la colaboración de una mujer de Madrid, que es infiel y ha accedido a responder a unas preguntas.

Pero antes de continuar, lo de siempre.

Por si algún fanático de la dictadura de la corrección política se pasa por aquí, aclarar que primero voy a compartir un par de ideas sacadas directamente del libro, por lo que, si hay quejas al respecto, sería el autor el que debería recibirlas. Luego será María la que va a hablar, y por lo que tengo entendido, las mujeres sí tienen libertad de expresión en esta sociedad postmoderna.

Y ya por último yo daré mi punto de vista, siempre respetando todas las normas que nos ha impuesto la dictadura en la que vivimos desde hace ya unos cuantos años.

Ok, pues una vez hecha esta introducción tan innecesaria como obligatoria, te recomiendo que te prepares una tacita de café o lo que gustes, porque el artículo es largo, pero te garantizo que va a ser muy enriquecedor.

Te dejo ya con su lectura…


Por qué las mujeres son infieles según La evolución del deseo

Recuerda, el libro fue publicado en 1994, pero los estudios que se citan en él fueron realizados a lo largo de todo el siglo XX, por lo que tienes que tener en cuenta el contexto. En aquella época todos los hombres y mujeres tenían el objetivo de casarse y formar una familia, y el sexo casual era prácticamente inexistente.

Como seguramente ya sabes, en el siglo pasado los hombres eran mucho más infieles que las mujeres, y siempre se dio por hecho que el motivo de ello era que, simplemente, el hombre es por naturaleza más infiel.

Pero, ¿es esto realmente así?

Los hombres del siglo pasado que eran infieles, lo eran para satisfacer sus instintos polígamos. Buscaban variedad y para conseguirla, normalmente acababan follando con mujeres mucho menos atractivas que sus esposas, mujeres que se habían quedado solteras (solteronas, las llamaban).

En esta relación de hombre infiel y mujer solterona, el hombre satisfacía sus instintos polígamos, y la solterona podía conseguir algunos recursos (en forma de apoyo económico o regalos). Según el libro, las solteronas podrían haberse quedado sin marido, pero teniendo unos cuantos amantes podían salir adelante.

Para un hombre de entonces ser infiel tampoco era demasiado arriesgado porque, en la mayoría de casos, si eran pillados por sus mujeres, ellas les perdonaban. Lo último que querían sus esposas era que su matrimonio terminara y tener que vivir como una solterona o, lo que era peor, tener que vivir como una divorciada con hijos.

Y por otra parte, el hombre normalmente nunca quería abandonar a su esposa por la amante porque, habitualmente, la amante solía ser de una liga mucho más baja que la esposa.

Podríamos decir que para un hombre el hecho de ser infiel no le suponía demasiado riesgo, sin embargo, para las mujeres la situación era totalmente opuesta, y a continuación cito del libro…

Si una mujer tiene una aventura se arriesga a que su marido la abandone (o sea, se arriesga a quedarse sin recursos), y a recibir malos tratos físicos y psicológicos. Se arriesga a disminuir su valor en el mercado sexual (las mujeres divorciadas tenían poco valor, y las divorciadas con hijos mucho menos). Su reputación se vería afectada (se le acusaría de putón verbenero, y ningún hombre quería comprometerse con este tipo de mujeres). Pondría en peligro a sus hijos (ya que ningún hombre querría invertir sus recursos en ellos), y por si todo esto no fuera suficiente, las aventuras sexuales requieren tiempo, energía y esfuerzo.

Y aun así, había mujeres infieles en el siglo pasado, ¿por qué?

¿Qué beneficio podría ser tan sustancial como para que las mujeres infieles de la época pre-postmoderna se arriesgaran tanto?

La primera hipótesis que presenta el libro ya te la adelanté en el último artículo, se trata de la hipótesis de los genes buenos.

Las mujeres de físico promedio o del montón de la época sabían perfectamente que los guaperas jamás iban a comprometerse con ellas, y por eso se casaban con hombres de su liga. Sin embargo, un hombre genéticamente superior suele estar dispuesto a tener sexo con una mujer menos deseable, siempre que no haya compromisos de por medio. Por lo tanto, muchas mujeres del siglo pasado se aseguraban los recursos de un hombre promedio o del montón y luego de manera instintiva buscaban los genes superiores del amante.

Lo que se conoce como el Alpha fucks Beta bucks.

Insisto, esto no significa que las mujeres conscientemente buscaran ser fecundadas por tíos guaperas. Lo que significa es que las mujeres están evolutivamente programadas para buscar el sexo con los tíos más guaperas. O sea que, aunque usaran métodos anticonceptivos, las mujeres infieles simplemente seguían sus instintos.

Pero hubo una segunda hipótesis que a muchos os va a sonar bastante, la que llamaron la hipótesis del cambio de pareja.

Se realizaron diversos estudios en los que se preguntó a las mujeres de formas diferentes las razones que les llevaron a ser infieles a sus maridos, y la respuesta que más se repitió fue la de usar la infidelidad como puente o manera de valorar la opción de conseguir una pareja de más categoría o más deseable que la actual.

Lo que siempre se conoció como la teoría de las lianas.

En resumen, los hombres eran infieles para satisfacer sus instintos polígamos, y solían ser infieles junto con mujeres menos atractivas que sus esposas.

En cambio, las mujeres eran infieles para satisfacer sus instintos hipergámicos, ya fuera simplemente para follar con tíos guaperas o para valorar la posibilidad de abandonar a sus maridos para casarse con uno de estos guaperas. Por lo tanto, las mujeres siempre eran infieles con hombres más atractivos que el marido.

Edito: He encontrado un meme que lo resume muy bien todo:

(Recuerda, todo el contenido de este apartado viene directamente del libro. Si algún fanático de la dictadura de la corrección política tiene alguna queja, que se ponga en contacto con David M. Buss o con las personas que realizaron los estudios).

Pero ya no vivimos en 1994, ¿qué sucede en las sociedades postmodernas de hoy en día?


La infidelidad en la sociedad postmoderna

Hoy en día ser infiel en una pareja no casada (y que no convive en el mismo hogar) tiene el mismo coste para el hombre que para la mujer, o sea, un coste prácticamente nulo.

Sin embargo, una infidelidad en una pareja casada, sin importar quién de los dos sea el infiel, hará que el que salga perdiendo siempre sea el hombre, especialmente si hay hijos de por medio. Y esto es así debido a las leyes postmodernas españolas que discriminan a los hombres solo por ser hombres, pero como ya sabéis, la dictadura de la corrección política no nos permite hablar de esto. Así que este tema lo dejamos aquí.

La cuestión es que en un determinado momento del siglo XXI se dio la vuelta a la tortilla. Ya hace tiempo que las mujeres son más infieles que los hombres, y hay un dato que me parece muy revelador, y es que se ha demostrado que las mujeres de belleza no normativa son mucho más infieles que las mujeres de belleza normativa.

El que quiera más información sobre esto, que busque en Google “unattractive women cheat more”.

¿Y todo esto por qué es? ¿Es que las mujeres son por naturaleza más infieles que los hombres?

Desde mi punto de vista, los hombres son por naturaleza tan infieles como las mujeres. Ni más ni menos.

El único motivo por el que en postmodernidad las mujeres son más infieles que los hombres es que, mientras que para el 80% de los hombres ser infiel o conseguir un polvo de una noche es algo prácticamente imposible hoy en día (ya pueden dar gracias por haber conseguido novia), para el 100% de las mujeres ser infiel y follar con un hombre del top-20% es tan fácil como abrir su cuenta de Tinder o Instagram y elegir, o salir una noche de «cenita con las amigas del gym».

Y el motivo por el que las mujeres de belleza no normativa son más infieles que las mujeres de belleza normativa también es sencillo. Para una mujer de belleza no normativa es mucho más fácil satisfacer sus instintos hipergámicos que, por ejemplo, para una modelo de Instagram de 18 años.

A la primera le vale cualquier hombre del top-20%, mientras que a la segunda, solo le valen hombres del top-0,1% (o menos). Es decir, la primera tiene muchísimas más opciones para elegir que la segunda y, además, la segunda tendrá de novio a un guaperas, disfrutará del sexo con él, tendrá orgasmos y pocas ganas de buscarse a otro.

En resumen, hombres y mujeres son igual de infieles por naturaleza. Los únicos motivos por los que los hombres eran más infieles antes y ahora lo son las mujeres, es por las facilidades que tuvieron los primeros en épocas pasadas y por las facilidades que están disfrutando las segundas en la época actual .

Hablemos ya del caso particular de la mujer de Madrid…


Hablando sobre infidelidad con María

Como ya te comenté, María es una mujer de 42 años que conoció a su actual marido hace casi 20, o sea, mucho antes de que el postmodernismo asolara nuestra sociedad. Se casó con él, formaron una familia, luego llegó el postmodernismo, Instagram… y, desde hace un tiempo, es infiel.

María ha accedido amablemente a responder a unas preguntas. A partir de aquí mis preguntas irán en negrita y sus respuestas en texto normal:

Yo creo que en tu caso está claro que si eres infiel es por la búsqueda de orgasmos. ¿Crees que hay algo más?

Efectivamente en mi caso mi principal carencia son los orgasmos, Carlos.

La búsqueda de los “súper O”.

“Un orgasmo es el mejor regalo que le puedes dar a una persona adulta” – esa frase ya la he pronunciado varias veces.

Hay estudios que relacionan directamente la felicidad con la satisfacción sexual. Y por supuesto que no es sólo el orgasmo, es todo lo que conlleva, del sexo me gusta todo, los besos profundos, las caricias, el camino es tan maravilloso como el destino.

Una parte muy importante de La evolución del deseo trata sobre cómo hombres y mujeres elegían a sus parejas para el matrimonio. Todo esto se ha quedado obsoleto con el postmodernismo, pero como tu pareja y tú os conocisteis mucho antes, creo que lo que dice puede ser correcto.

Y si lo que dice el libro es correcto, tú elegiste a tu pareja por una serie de cosas que hacían que él fuera una buena elección para el proyecto de formar una familia, sin embargo, ninguna de estas cosas que tuviste en cuenta al elegirle fueron la atracción sexual o los orgasmos.

Es correcto, Carlos.

A mí siempre me ha seducido la inteligencia. Un hombre que yo admire, que sienta que es más inteligente que yo. A mi marido siempre se lo digo. Yo lo de la hipergamia lo llevo en vena. También me parecía guapo, cuando le conocí con 25 años, pero lo que más me gustó en aquel momento fue una cantidad de cualidades positivas entre las cuales no estaban incluidos los orgasmos, ya que nunca había experimentado uno.

Estaba en la etapa de yo no sé si he tenido uno…

Algo te digo, Carlos ni el buen sexo es garantía de amor, ni el amor es garantía de buen sexo. Son dos cosas separadas que cuando se tocan en un punto es magia, es un milagro.

Y creo en que existe, por supuesto que hay afortunados que pueden disfrutarla pero son muchos menos de los que se ven en Instagram 😉 si yo tuviera que elegir marido ahora por supuesto que elegiría a un hombre muy sexual e inteligente, físico en tercer plano y siempre tomando en cuenta que los tres pilares de una relación son Eros, Filos y Ágape.

Con mi marido tengo muy bien el Filos y el Ágape.
Con J (el amante con el que fui infiel por 5 años) tuve el Eros y el Filos, nos faltó Ágape.
Con mi amante guaperas (el actual) sólo el Eros.

¿Alguna vez sentiste atracción sexual por tu marido? ¿Fue algo que se fue apagando con el tiempo? ¿él sigue teniendo atracción sexual por ti? Según los estudios, tanto hombres como mujeres pierden la atracción sexual con los años, pero quizá tú nunca la sentiste.

Nunca sentí atracción sexual por él 🙁

Él si sigue sintiendo atracción sexual por mí.

¿Cuándo tuviste tu primer orgasmo? ¿Fue a través de una infidelidad?

Sí, fue a los 33 años con J, un hombre con quien tuve una relación de infidelidad por 5 años, quien me regaló mi primer orgasmo y muchísimos más. Ambos nos enamoramos. Jugamos con fuego y nos quemamos. Nos hicimos mucho daño. Siempre pienso que nuestra relación lo tuvo todo, menos un final feliz.

¿Cómo te sientes cuando eres infiel? Me refiero a si sientes remordimientos o más bien ves la infidelidad como una manera de que vuestro proyecto familiar continúe.

Sin remordimientos. Claro que dar el primer paso cuesta muchísimo, por eso tardé tanto en verme con mi amante guaperas. Estaba convencida de que no era para nada buena idea y menos con él, que también tiene pareja.

Una vez que decidí, ya duermo tranquila, y sí, lo del proyecto familiar podría ser el enfoque, la infidelidad podría ser un complemento de lo que no consigo del todo en casa.

También hay mujeres a las que les da morbo la infidelidad. El cuckolding (no sé si lo has visto en el blog) no es solo follar con un guaperas mientras tu pareja mira, hay otras formas. ¿Es este tu caso?

No, no es mi caso. Al contrario, yo disfrutaría más de ser una mujer libre y poder estar con quien sea sin cuidar detalles, me relajaría 1000 veces más.

¿Hay alguna práctica sexual que nunca te haya apetecido hacer con tu marido pero sí con otros hombres (que despertaban tu excitación sexual)?

No, realmente no.

Yo nunca digo que no a nada en el sexo, y con mi pareja menos, a ver si se anima un poco la cosa. Con algo de esfuerzo he conseguido tener orgasmos con él, pero también tenemos un problema de frecuencia tremendo.

¿Nos contarías un poco cómo sucedió tu última infidelidad?

Claro que sí, lo del guaperas tiene tela… Leí un post de David acerca del «Efecto Halo» y con el guaperas indiscutiblemente estoy bajo ese efecto.

Nos conocimos en el trabajo pero él me contactó mucho tiempo después a través de Instagram. Tuvimos un primer encuentro solo para hablar en el que no hubo tiempo para mucho, pero como la conversación estuvo tan caliente decidió pasarse por mi trabajo a la salida, solo unos minutos.

Yo le practiqué sexo oral en su coche y le encantó, pero cuando te digo que le encantó me quedo corta. Su reacción fue tremenda. Para un hombre que es poco expresivo, me dijo muchas cosas. Que cómo podía hacerlo de esa manera, que era demasiado buena, que él normalmente aguanta muchísimo y más en el oral, pero que yo lo hice acabar enseguida.

Cualquier cosa que haga con “esta boca tan bonita que tengo” le va a parecer del otro mundo. De hecho, ahí está la clave de por qué quiere repetir conmigo. Para él tengo el mismo VMS de cuando me conoció con 33 o 34 años, en esa época aparentaba 25 años, según sus palabras, cuando “tenía a todos loquitos en la empresa con el buen culo que tengo”.

Por otro lado, el guaperas al margen de su timidez es muy apasionado y fogoso y muy sensible a de si estás disfrutando o no. Sin embargo, no tiene habilidades sociales, siempre habla con frases cortas. Nunca le escribo para conversar y por supuesto que me gustaría. Aunque después de nuestro encuentro lo noto bastante más cercano.


¿Te gustaría añadir algo más?

Decir que a mi no me gusta ser infiel, no me gusta en el sentido de que preferiría no serlo. Podría no serlo, no es algo que esté en mi naturaleza. Lo que sí está en mi naturaleza es que me encanta el buen sexo, y me encantaría practicarlo a diario.

Cuando empezó mi historia de infidelidad yo estaba en negación. Es muy difícil aceptar que te has equivocado en la elección de tu pareja, en tu proyecto de familia, que has fracasado en lo que depende el 90% de tu felicidad. Menos cuando siempre has sido percibida por familiares y amigos como que formas parte de una pareja ideal.

Pasé 2 años comiéndome la cabeza con la idea de cómo iba a sentir yo atracción por un hombre que no era mi marido. Que yo a mi marido lo amaba y lo adoraba y que esto no podía ser.

Tampoco entendía por qué me sentía yo atraída por J, este hombre que no es del todo guapo y de estatus económico tampoco está muy allá, pensaba que era porque era muy simpático y optimista, y porque me hacía sentir el ser más especial del planeta.

Después entendí que yo veía tanto positivismo en él porque me atraía y no al revés, y que me atraía porque pude percibir que era un hombre muy sexual y eso era lo que estaba necesitando en ese momento.

Me dejé llevar, acepté lo que estaba pasando y empecé a disfrutar de mi relación paralela. Fui la mujer más feliz del mundo porque tenía a mi lado dos hombres maravillosos que me mimaban mucho y cada uno me daba diferentes cosas que me hacían sentir plena. En algunas se solapaban, es verdad, pero nunca mucho mimo es demasiado.

Yo sabía que aunque estaba muy cómoda no podía estar así toda la vida y que tenía que tomar una decisión. Yo soy hija de divorciados y terminé decidiendo que no era lo mejor para mi hija y así terminó la historia.

Mis pseudo amigas me decían que era feo, que profesionalmente estaba por debajo de mí, que ganaba menos, como si solo se justificara un cambio de marido si el nuevo era un guaperas millonario. Que lo del enganche sexual (por no decir otra palabra) se pasaba en pocos meses.

En fin terminada la historia me juré a mi misma que nunca, nunca más en la vida sería infiel. Que me centraría en mi familia. Yo quedé embarazada de mi segundo hijo y esto me ayudó mucho. Pero aquí una víctima de la postmodernidad.

A través de Instagram me empezaron a llegar opciones, así fue como quedé con el guaperas y estuve a punto de quedar con otro. En la postmodernidad se vale todo, si eres casada da igual.

Me llamó mucho la atención el comentario de Sword en el anterior artículo que publicaste, que hacía relación a la “estrellita de mar” (eso me ha encantado jajajaja) a la que que nunca le habían hecho un cunnilingus. Pensaba que eso ya no pasaba. Fue mi caso.

Lo más triste es que con un buen cunnilingus llego fácilmente al orgasmo, incluso con uno regular ya estoy más dispuesta, y en el resto de la relación termina llegando.

Cuando empiezas a disfrutar te desatas. Yo empecé a masturbarme un montón aunque tuviera sexo a diario, a conocer mi cuerpo, y eso se nota, vosotros oléis eso en las mujeres. Yo iba al fisio, donde fuera y sentía la tensión sexual por parte de los hombres que me rodeaban, aunque fueran políticamente correctos.

Espero que mi historia ayude a los chicos de la comunidad y no se coman la cabeza, y que coman más coños 😉 que igual ahí está la clave.


Últimas palabras, por Luigi

Me ha gustado mucho el ejemplo de María porque en él podemos ver muchas cosas.

En primer lugar, María es una mujer de una era anterior al postmodernismo, y como tal, quiso casarse y formar una familia. Luego, a la hora de elegir a su marido, se guió por los factores que las mujeres valoraban más en aquella época (como que su marido fuera buen proveedor, inteligente, buena persona, comprometido, serio, potencial de buen padre, etc.)…

La atracción sexual y los orgasmos no fueron decisivos para la elección de María, y es que muchas mujeres del siglo pasado ni siquiera sabían lo que era un orgasmo, por lo que tampoco lo echaban de menos.

Y esto ya es suposición mía, pero entiendo que María es físicamente más atractiva que su marido y, por lo que nos ha contado, entiendo que su marido es un hombre promedio o del montón que nunca se comportó con ella como un hombre de estatus (o lo que es lo mismo, siempre se comportó como un buenazo), y que tampoco se interesó nunca en aprender cómo dar placer a su mujer en la cama.

Poco a poco fue llegando la liberación sexual y el postmodernismo, se dio la vuelta a la tortilla en el tema de las infidelidades… y, con tantas facilidades, María siguió sus instintos y fue infiel por partida doble.

Primero lo fue con aquel hombre que no era ni especialmente guapo ni tenía tampoco demasiado dinero, pero que se comportó como un hombre de estatus (sexual y con opciones). Y en segundo lugar, con un guaperas con el que, a pesar de ser tímido y no tener demasiadas habilidades sociales, disfrutó muchísimo y sigue disfrutando. Además, es un guaperas empático, que también los hay.

O sea, que fue infiel con un guaperas y con un hombre (promedio) que tenía actitudes o comportamientos de estatus. Los dos únicos tipos de hombres que despiertan atracción sexual en las mujeres.

María, además, nos confiesa que valoró la posibilidad de cambiar de marido durante un breve lapso de tiempo, o sea, un ejemplo más de que la teoría de las lianas es real, y sus amigas le dijeron que solo debía cogerse de la nueva liana y soltar la anterior si la nueva era claramente mejor que la anterior. Sin sorpresas aquí.

Al final, María pensó más en su hija que en ella misma, y se quedó como estaba.

Y entiendo que todo esto ha sucedido mientras que su marido vive en lo más profundo de la Blue Pill y sin sospechar absolutamente nada.

Para ir terminando, me atrevo a decir que si María hubiera sentido atracción sexual por su marido (o sea, si éste se hubiera comportado como un hombre de estatus a lo largo de la relación) y hubiera estado bien servida de orgasmos, probablemente ella nunca hubiera sido infiel.

Vivimos ya en el 2020, y ya ninguna mujer sexualmente activa va a ser capaz de vivir en una relación en la que no haya atracción sexual ni orgasmos.

Por último, decirte también que no hay nada que puedas hacer que te vaya a asegurar al 100% que tu pareja no te vaya a ser infiel, y menos si ella es joven y vivís en una ciudad grande y postmoderna. Pero si quieres tratar de asegurarte al máximo dentro de tus posibilidades, ya lo sabes, asegúrate siempre de comportarte como un hombre de estatus (para mantener la atracción sexual) y asegúrate también de darle los mejores orgasmos que ella pueda llegar a sentir.

Además, también se pueden establecer una serie de reglas en la relación que harán que los dos os sintáis más seguros, pero esto ya lo dejamos para otro artículo 😉

¡Un abrazo a todos y feliz semana!

PD: Muchas gracias a María por su amabilidad y por la sinceridad de sus respuestas. Creo que va a ayudar a muchos hombres.

Y al resto, recordad que no estamos aquí para juzgarla, ni a ella ni a ninguna mujer. Aquí no se permiten comentarios que promuevan la guerra de sexos.

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