Cómo gustar a una chica que te gusta de verdad
Ya te comenté el lunes pasado que sacamos muy buenas ideas de la encuesta que hicimos en el blog hace unas semanas. Y no solo sacamos buenas ideas para nuevos artículos, sino que también para mejorar el blog en general.
Por ejemplo, fuisteis varios los que nos dijisteis que ya es hora de retomar temas importantes que ya hayan sido tocados hace tiempo. Y es que retomar estos temas dándoles un nuevo enfoque seguro que viene muy bien a los nuevos lectores, pero también a los más antiguos, para refrescar conceptos.
Y tenéis toda la razón. No podemos esperar que todo el que llegue de nuevas se lea los más de 300 artículos que tenemos ya publicados.
Para empezar con esto, vamos a hacerlo con la siguiente propuesta, que también llegó a través de la encuesta:
Podríais tratar de incidir algo más en cómo gustarle a una chica que te gusta de verdad, es más difícil ya que entran en juego otros frentes como el darle demasiadas vueltas a las cosas y aunque sea un error, cuesta más ser tú mismo, con lo que todo se complica.
Este es un tema que ya hemos tocado en el blog, concretamente aquí (para cuando te obsesionas con una chica en concreto) y aquí (para cuando sientes que ella es tan especial para ti que sientes la necesidad de hacer las cosas de una manera especial).
Y cada vez que hablamos sobre este tema, no puedo dejar de recordar mi historia con Mónica. Voy a contártela a continuación…
La primera cita con Mónica
Hace unos cinco años, cuando las app’s para ligar online estaban en su mejor momento y la hipergamia todavía no se había desatado, a través de la app AdoptaUnTio tuve la oportunidad de conocer a una chica española de 18 años que, además de ser una belleza, parecía que era un encanto de chica.
Ya me había gustado mucho lo que había visto de ella en su perfil y la actitud que había demostrado en las notas de voz que me había enviado por WhatsApp, pero fue cuando la vi en persona cuando me di cuenta de que ella podría ser una chica verdaderamente especial para mí.
Cinco minutos después de habernos encontrado en la calle, yo ya había tomado la decisión de que aquella noche me iba a currar una multicita perfecta. La chica lo valía.
(Y por si eres nuevo y no lo sabes, una multicita es cuando en una primera cita llevas a la chica a varios lugares diferentes para reforzar así la sensación de conexión).
Primero fuimos a un local llamado Areia Chill Out, que está cerca de la plaza de Alonso Martínez. Allí nos tiramos en los sofás y nos tomamos unos cócteles con unas gominolas, y seguí a rajatabla el guión que compartimos contigo en nuestro libro La guía definitiva para una cita perfecta. Tan bien fue que en una media hora más o menos llegó nuestro primer beso.
Cuando terminamos nuestros cócteles la llevé a cenar al Mercado de San Antón. Un lugar con diferentes puestos de comida y bebida, en el que podíamos cenar de pie y yendo de lado a lado mientras íbamos probando diferentes sabores. Ya sabes, una cena informal en un lugar interesante. Fue genial.
Después de cenar fuimos caminando hacia Sol a tomarnos un mojito a un local que está muy cerca de la zona (y de donde vivía por aquel entonces). Allí continuamos con los besos y mientras el efecto multicita iba, valga la redundancia, haciendo efecto, hice que surgiera en la conversación el tema del sexo.
Ella me confesó que tenía un piercing en un pezón y yo empecé a bromear sobre cuándo me iba a dejar verlo… y morderlo.
Haciendo flash forward, yo me seguí encargando de hacer que las cosas sucedieran y así fue como acabamos en el portal de mi casa. Allí antes de subir ella me dijo algo parecido a “subimos, pero hoy no vamos a hacer nada, ¿ok?”. A lo que yo respondí con un OK y una sonrisa.
Sin embargo, a los cinco minutos de haber entrado por la puerta fue ella misma la que me dijo que quería ver mi dormitorio, y, al entrar a él, se tumbó en mi cama. Yo me tumbé con ella y empezamos a enrollarnos… y ella me dijo que quería enseñarme su piercing.
Insisto, fue ella la que me propuso a mí quitarse la parte de arriba y mostrarme sus pechos redondos y perfectos, y mostrarme el piercing más bonito que había visto nunca, que por cierto, no pude resistirme y tuve que morderlo un poquito.
Llegados a este punto, los dos estábamos cachondísimos, aunque eso sí, yo todavía no me había quitado nada, mientras que a ella ya solo le quedaban los pantalones puestos. Los dos estábamos deseando hacerlo.
Ahí fue cuando llegaron las palabras mágicas, ella me dijo “¿Tienes condón?”. Y con esa pregunta quedó muy claro que lo que quería era indicarme que lo que me había dicho antes de subir ya no valía, que había cambiado de idea. Yo alargué mi mano, abrí el cajón de la mesita, saqué un condón y ahí fue cuando mi mente entró en cortocircuito.
Y aquí discúlpame pero no puedo darte mucho más detalle. Lo importante es que sepas que ella ya me había dejado más que claro que deseaba hacerlo, pero que yo preferí esperar a otro día.
Esa fue mi forma de demostrarle que para mí ella era especial y que yo no iba a ser como los guaperas que van a lo que van. Era algo así como “mira, me gustas tanto, que para demostrártelo no necesito que tengamos sexo el primer día. No me importa esperar”. Así que al final no hubo sexo. Simplemente pasamos la noche en mi cama, hablando y besándonos.
Cuando llegaron las 6 de la mañana bajé con ella a acompañarla a la boca del metro y recuerdo perfectamente el momento de la despedida. Ella, después de comerme a besos me dijo de una manera muy sincera “no pensé que me fueras a gustar tanto…”, y se fue.
Y yo me volví para mi casa, muy feliz y convencido de haber hecho lo correcto. Convencido también de que, gracias a haberle demostrado que para mí ella era especial y que con ella no me importaba ir despacio, pronto íbamos a estar saliendo en serio.
El HOSTIÓN de realidad
Pero claro, cuando te despides, antes o después el estado emocional se desvanece, su mente vuelve a entrar en estado lógico y es ahí cuando ella, si es joven y mucho más guapa que tú, se pregunta…
“¿Qué cojones hago yo con el feaco este si mi iPhone está lleno de guaperas regalados?”.
Y así fue.
La comunicación por WhatsApp durante los días siguientes no fue nada fluida y así fue hasta que me envió un mensaje en el que me decía que no nos íbamos a ver más porque veía que iba a ser una pérdida de tiempo, y añadió algo que jamás olvidaré. Literalmente me dijo…
“No sé, creo que eres demasiado correcto para mí”.
Y claro, a ella no le ponen nada cachonda los hombres promedio o del montón que son demasiado correctos.
La noche en la que nos conocimos lo hice todo perfecto, desde el inicio hasta casi el final, los dos acabamos en mi cama deseando tener sexo, y de esto no cabe duda porque fue ella la que quiso ir a mi cuarto, fue ella la que se tiró en la cama, fue ella la que me propuso enseñarme las tetas y fue ella la que me dijo que buscara un condón (cuando yo todavía seguía totalmente vestido).
Sin embargo, fui yo el que en el último segundo no fui capaz de hacer que las cosas sucedieran.
Cambié el guión porque ella me gustaba de verdad y quería demostrárselo, y precisamente por eso fracasé.
¿Y por qué estoy tan seguro de que las cosas hubieran sido diferentes si finalmente hubiéramos tenido sexo?
Pues si leíste el artículo del lunes pasado ya lo sabes, cuando sabes cómo darles mucho más placer del que suelen recibir de los guaperas con los que habitualmente follan, lo que le queda en su mente al volver al modo lógico es precisamente eso.
Es decir, que en lugar de pensar “¿qué hago yo con este feaco si los guaperas se me regalan por Tinder?”, lo que piensa es “joder, qué ganas tengo de volver a sentir esas cositas tan ricas que este hombre me hizo sentir…”.
Ni te imaginas lo importante que es saber cómo darles placer en la cama, especialmente con chicas jóvenes y atractivas.
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Y ojo, con esto NO te estoy diciendo en ningún caso que debas tratar de forzar o presionar para que haya sexo el primer día. Para nada. NO estoy diciéndote eso. (Y sé que no hace falta que te lo aclare porque si estás aquí leyendo esto ya lo sabes, pero la dictadura de la corrección política me obliga a hacerlo).
Lo que debes hacer es preocuparte de hacer las cosas de la manera correcta, sin forzar absolutamente nada, y al final ya será ella la que decida si habrá sexo o no. Siempre será ella la que tenga la última palabra.
Conclusión
Volviendo al título del artículo: ¿Cómo gustar a una chica que te gusta de verdad?
La respuesta es: Haciendo las cosas exactamente de la misma manera en la que las harías con cualquier otra chica.
(Y estoy dando por supuesto que ya sabes cómo hacer que las cosas sucedan).
Es más, en las comunidades anglosajonas dicen que cuanto más te guste ella, cuanto más sientas la necesidad de cambiar la manera de hacer las cosas porque sientes que ella es demasiado especial para ti, más debes centrarte en el guión que sabes que funciona.
Y es que con cualquier cambio que hagas por estas razones, aunque creas que lo estás haciendo para bien, lo más seguro es que la acabes cagando, y que lo que consigas sea que al final no suceda nada entre vosotros, como me pasó a mí.
Y ojo, porque estas cagadas pueden suceder en cualquier momento, no solo al final, como fue en mi caso. Te lo señalo porque este artículo no va específicamente sobre no cagarla al final, ese ha sido mi ejemplo, pero la mayoría de hombres suelen cagarla más al principio de las interacciones, eliminando por completo sus opciones con la chica que tanto les gusta.
Por ejemplo, ni te imaginas la de emails que recibimos de hombres que nos cuentan la de «quedé con una chica y la primera cita fue muy bien, nos reímos mucho y ella parecía muy interesada, pero no hubo beso ni sexo porque no surgió, ¿por qué ahora me está haciendo ghosting?«. Y tengo que ser claro con esto, si ni siquiera hiciste que ella deseara besarte (y tú eres de físico promedio o del montón), LA CITA NO FUE BIEN.
En definitiva, si tienes un guión que funciona a las mil maravillas, cuando te encuentres con una chica que te guste de verdad no debes cambiarlo, sino todo lo contrario, debes ceñirte a él al máximo, y asegurarte así de que habrá final feliz para los dos.
Desde lo de Mónica, nunca más la he vuelto a cagar de esta manera.
Aprendí mucho de esta historia.
Gracias por estar aquí y un abrazo,
Luigi
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